“Lo
que quiero para ustedes es que vivan con rectitud y libertad de espíritu, sin
importar lo difícil que esto resulte”. Esta era la frase que como
una oración recitaba y repetía el padre de familia para educar a sus hijos,
Sophia Magdalena y Hans. El padre, Robert Scholl, hablaba desde la lealtad a su
corazón y desde la experiencia que había recibido de su compromiso político,
habiendo sido alcalde de la pequeña ciudad alemana de Forchtenberg am Kocher, y arrestado más tarde, con el auge del
nazismo, por definir a Hitler como el “flagelo
de Dios”. Esos mismos valores de la rebeldía proyectada en el compromiso y
la acción, del respeto a uno mismo y a los demás, de la libertad, y la dignidad
humana son los que inspiraron tiempo más tarde a un grupo de amigos de la
Universidad de Múnich y les llevó a fundar la Rosa Blanca (Die weisse Rose).
Con un ojo puesto en el momento
presente, el próximo día 22 de febrero se cumplirá el 70º Aniversario de la
ejecución por pena de muerte de Hans y Sophie Scholl y de Christophe Brost y el
comienzo de la represión del incipiente movimiento que estaba empezando a
forjarse. En los meses siguientes el resto de militantes serían guillotinados,
como sus primeros compañeros asesinados, y otras personas asociadas o
relacionadas con la Rosa Blanca serán torturadas y encarceladas. Así pues, es
un buen momento para recordar el ejemplo de juventud militante, humanista y
comprometida con el tiempo y la sociedad que les tocó vivir. Sin importar las
consecuencias.
Es un buen momento y es
tiempo para reflexionar. Para reflexionar detenidamente los motivos por los
cuales en la República de Alemania existen hoy múltiples lugares que recuerdan
esta gesta heroica mientras en nuestro país, España, hay 138.037 represaliados (únicamente
teniendo en cuenta los datos del sumario del Juez Garzón) por la dictadura
fascista del General Franco en paradero desconocido. Para preguntarnos por qué la Rosa Blanca puede ser recordada por
todos en aquel país y no aquí las 13 Rosas de Madrid o las 17 Rosas de
Guillena, mujeres todas ellas, muchas, jóvenes asesinadas únicamente por tener
parientes con conciencia política. Para intentar conocer por qué la Iglesia
Católica Española permite que los restos de genocidas como Queipo de Llano
reposen en la Basílica de la Macarena mientras en Múnich y otras decenas de
ciudades alemanas hay monumentos que recuerdan a los que lucharon contra el
totalitarismo. Para intentar comprender por qué suscita polémica que se retire
en España una estatua ecuestre del dictador… Obvio es decir que en Alemania
cualquier declaración condescendiente con el nazismo es inmediatamente
castigada y censurada mientras que aquí cualquier alusión en positivo a la dictadura
es confirmada por los sectores políticos y mediáticos de la caverna.
En el quinto folleto de La
Rosa Blanca estos jóvenes humanistas lanzaban a sus compatriotas alemanes el
siguiente interrogante: “¿Hemos de ser
para siempre una nación odiada y rechazada por toda la humanidad?” Podríamos
lanzar aquí otra pregunta: ¿Reconocerá una parte importante de la sociedad
española el dolor y el sufrimiento causado por la dictadura franquista a la
población civil? ¿Nos quitaremos el miedo y la venda de los ojos algún día?¿Reparará
y recordará de forma oficial el Estado Español a los republicanos que lucharon
para que el fascismo y el nazismo no triunfaran en España?
Escribo todo esto porque en
el momento actual llegamos hasta el punto de que el Parlamento Europeo prohíbe
una exposición en su sede contra los crímenes de la dictadura franquista y
porque en España los que luchan por la memoria democrática son y siguen siendo atacados
e ignorados día sí y día también por los sectores políticos, económicos y
mediáticos conservadores. Y por mucha otra gente que se autodefine como
progresista pero que no ha tomado aún conciencia… ¿Es esa la moral cívica que
existe en Europa 70 años después del asesinato de los hermanos Scholl? ¿Estamos
ante la banalidad del mal? Las conciencias de los demócratas europeos no pueden
quedar indemnes ante lo ocurrido en la Eurocámara, donde por el capricho de un
representante del Partido Popular Europeo no se podrá presentar una exposición
que denuncia los crímenes del franquismo y expone el trabajo de las
asociaciones memorialistas. En otro marco y con igual gesto, hace sólo dos
semanas, los eurodiputados del Grupo Popular se ausentaban y negaban a apoyar
el homenaje al Presidente Salvador Allende durante la Asamblea
Eurolatinoamericana en Santiago de Chile.
Ante este tipo de conductas hay
que enviar un mensaje claro, comprometido, sin miedo: Ni un paso atrás, ni ante
estos atropellos ni ante el auge del fascismo en Grecia, Hungría y otros
estados europeos. No a este conservadurismo condescendiente con la extrema
derecha de negro recuerdo en Europa.
Como jóvenes comprometidos no nos lo podemos permitir, tenemos que permanecer fieles a los que nos
precedieron, a los que se sacrificaron siendo leales a su libertad de espíritu
y a sus corazones. A los que dieron su vida por la libertad. Como los hermanos
Scholl.
08/02/2013, Sevilla